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25th Hour


Esta película tiene mi diez. De entrada. Las razones son de diversa índole. Quizá una de ellas sea el haberla visionado más de una decena de veces y haber seguido sintiendo la melancolía, que no desesperación (porque hay una serenidad tóxica dentro de cada plano) del personaje interpretado por el enorme y algo decaído últimamente en cuestión de papeles Edward Norton. Pensándolo ahora, mientras tecleo, creo que no sólo es una de las pocas películas que ha dejado marca. Puede que sea la que más. Si estás bien, tienes planes y piensas tajarte para celebrar las dos primeras razones, no la recomendaría. Éste es un trozo más amargo de lo que parece. La elegí hace años porque el protagonista era el que era, y sólo habiendo visto en aquel momento American History X y Fight Club, me dije que sería algo especial, no una estupidez cualquiera, no sólo cuatro charlas y alguna bala. Y así fue.

Monty Brogan es un traficante hecho a sí mismo que supuestamente y como se hace entender al comienzo, ha abandonado el negocio. Durante la película, no obstante, existe algún que otro flashback que nos sitúa antes de tomar esta decisión, como en el que conoce a Naturelle, la novia, continua sospechosa de venderlo a la policía, un personaje interpretado por Rosario Dawson, actriz a la que ya no le queda nada por mostrar y demostrar. Monty, en su última noche como hombre libre, reúne a los amigos; Jacob Elinsky, profesor de instituto tímido y socialmente inadaptado que se siente irremediablemente atraído por una de sus alumnas, y Frank Slaughtery, broker y mujeriego. Además de este grupo, forma parte de la historia el padre, James Brogan, dueño del bar en cuyos baños su hijo recitará uno de los mejores monólogos de la historia del cine reciente, una puñalada al corazón de un mundo recién apuñalado, una Nueva York aún cubierta de polvo procedente del World Trade Center. Nada más. Lo demás resulta tan inolvidable como lo relatado. Sólo queda verla. Seguro que al menos, le hará pensar.

Lo mejor: Las calles de NY, la melancolía que transmite casi sin querer, el monólogo, la música, la pura poesía del final.
Lo peor: Nada apreciable.

Un 10 tan grande como el Empire State. No es necesario añadir, por considerarlo evidente, que incluso las películas más terribles deberían visionarse en V.O.

Bajé la música nada más terminar la canción de cierre: “The Fuse” de Bruce Springsteen. En general, impresionante banda sonora, desde el remix de Cymande escuchado durante la escena del club, hasta la épica de Terence Blanchard acompañando los momentos más emotivos.

 “Champagne for my real friends, real pain for my sham friends”
“You got New York in your bones. Spend the rest of your life out west but you’re still a New Yorker.”